En 1995 el mundo era un lugar muy distinto al que conocemos hoy en día. El juicio de OJ Simpson dominaba la mayoría de los noticieros, Michael Jordan regresaba a las canchas tras su primer retiro en la NBA, Toy Story y la naciente animación digital marcaban un antes y un después en la historia del cine y Microsoft lanzaba su sistema operativo Windows 95. Mientras todo esto sucedía, una empresa llamada eBay aparecía en la escena mundial y un “loco” llamado Jeff Bezos enviaba el primer libro en la historia de Amazon. El comercio electrónico había comenzado un vertiginoso camino que en pocos años lo llevaría a ser una necesidad imperiosa para cualquier empresario del mundo.
Hace 25 años, las transacciones electrónicas enfrentaban grandes retos. La velocidad de las conexiones y las medidas de seguridad estaban lejos de ser lo que conocemos hoy en día y los usuarios finales experimentaban un temor a lo desconocido ¿Por qué debo dar mis datos bancarios por internet? ¿Qué me asegura que recibiré el producto acordado? ¿A quién puedo acudir en caso de que algo salga mal? Todos estos cuestionamientos frecuentes y muy válidos fueron retos que el comercio electrónico tuvo que superar poco a poco hasta convertirse en la industria trillonaria que es hoy en día.
Hoy, cualquier empresa debe partir de una premisa muy clara. Si no tienes presencia en internet, tu negocio no existe. La crisis que estamos viviendo por la pandemia mundial sólo vino a profundizar esta realidad, sin embargo, desde 2019 y tan sólo en los Estados Unidos se pensaba que más de 12.000 negocios físicos cerrarían sus puertas para enfocarse en el mundo digital (Unglesbee, 2019).
¿Te acuerdas cuándo fue la última vez que compraste un boleto de avión directamente en una agencia de viajes y sin utilizar internet? ¿Cuántas veces has recibido atención a clientes a través de un chat? ¿Te imaginas lo complejo que sería tomar una decisión de compra sin poder comparar costos y beneficios desde tu teléfono celular? ¿Hace cuánto que no compras boletos para un concierto o para el teatro directo en la taquilla? ¿Utilizas UBER? ¿Pides comida a domicilio desde tu teléfono? El comercio electrónico ha permeado todas y cada una de las industrias y se ha posicionado en nuestras vidas diarias de una forma tan profunda que ya ni siquiera nos damos cuenta de ello.
Las ventajas que el comercio electrónico le puede ofrecer a tu empresa y a tus clientes son infinitas y van mucho más allá de sólo concretar una venta a través de un nuevo canal. Hablaremos a continuación de las más relevantes.
Reducción de costos
Quizá este es el más tangible de los beneficios del comercio electrónico. Los gastos fijos hacen que sostener una empresa sea todo un reto, sobre todo en los primeros años de operación. Teniendo una sólida presencia digital, los costos de renta, los sueldos y en general los gastos operativos se verán reducidos en gran medida.
No más limitaciones geográficas
¡Se acabaron las fronteras! De un día a otro tu empresa puede tener presencia en todo el mundo sin necesidad de una gran inversión. Clientes de todas las latitudes podrán conocer y adquirir tus productos sin que las distancias constituyan un elemento excluyente para concretar la venta.
Posibilidad de comparar productos y precios
Tus clientes estarán a un clic de distancia de poder comparar cuál es su opción más conveniente al momento de realizar una compra. Si tu negocio tiene el mejor producto disponible, el mejor servicio y/o los precios más bajos del mercado, tus clientes podrán saberlo de inmediato. Además, las reseñas de otros clientes se han constituido como una de las herramientas más poderosas para los consumidores. Una buena opinión puede ser un factor determinante al momento de tomar una decisión.
Flexibilidad para tus clientes
En internet todo es posible. En tu tienda en línea le puedes dar a tus clientes todas las alternativas disponibles. Puedes atenderlos las 24 horas del día los 365 días del año, aceptando cualquier forma de pago y realizando envíos a cualquier parte del mundo. Además, puedes tener promociones especiales, paquetes de productos, asesoría personalizada y tantos “trajes a la medida” como clientes tengas. Incluso la comunicación que manejes se puede adaptar dependiendo el nicho al que te dirijas. En otras palabras, cada uno de tus clientes puede vivir una experiencia única con base en sus gustos y preferencias personales.
Información es poder. ¡Conoce a tus clientes!
Una de las reglas básicas para todo emprendedor es: “Lo que no se puede medir, no se puede mejorar”. La buena noticia es que en internet absolutamente TODO se puede medir. Dentro del comercio electrónico tendrás la posibilidad de conocer a detalle a cada uno de tus clientes. ¿Desde qué dispositivo ingresó a tu sitio web? ¿Qué productos le interesaron? ¿Cuánto tiempo pasó en tu web? ¿Qué secciones navegó? ¿Cómo llegó a tu sitio? ¿Qué tipo de compras realiza recurrentemente? ¿Cuáles son sus gustos? ¿Cuáles son sus patrones de compra? ¿Qué tipo de promociones adquiere regularmente? ¿Dónde vive? ¿Cuál es su correo electrónico? ¿Cuál es su medio de pago preferido? En fin, la información que podrás recabar es infinita y así podrás ofrecerles una experiencia personalizada.
El contenido es el rey (y te genera nuevos clientes)
SEO (Search Engine Optimization) es un conjunto de prácticas orientadas a aumentar el tráfico a tu sitio web a través de un mejor posicionamiento orgánico en los motores de búsqueda. No existe mejor publicidad que aparecer en la primera página de resultados de Google cuando alguien busca un término directamente relacionado con el producto o servicio que ofreces y para lograrlo existen varias acciones que puedes realizar, pero la generación de contenido de calidad y original de forma constante es la más importante. Es una obviedad, pero a mayor tráfico, mayor posibilidad de cerrar una venta.
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